La película Prácticamente magia se basó en el libro de la
escritora Alice Hoffman llamado Practical Magic.
He tenido la oportunidad de leer una parte, y puedo decir
que, como es de esperar, la historia no es complemente exacta. Hay algunas
cosas que difieren en el libro. Y sobre todo cuenta muchas cosas más que no se
ven en la película, por ejemplo en una escena de la película una de las tías
dice: “Mi pobre Ethan” y se ponen a discutir si fue el destino o un accidente.
Pues en el libro cuenta como murieron, veámoslo en este fragmento del libro
traducido por mí:
“Las tías, después de
todo, todavía guardaban fotografías en sus escritorios de los jóvenes hombres
de las que estuvieron una vez enamoradas, de unos hermanos que habían sido
demasiado orgullosos para tomar asilo durante un picnic tormentoso. Los chicos
habían sido llevados a la muerte por un rayo en el jardín de la ciudad, que
cayó donde ellos estaban ahora enterrados, debajo de un llano, rodeado por una
piedra donde palomas afligidas recogían el alba y el polvo. Cada agosto, el
rayo caía allí de nuevo, y los enamorados se desafiaban unos a otros a correr a
través del jardín cada vez que una tormenta de nubes negras aparecía. Los
novios de Gillian eran los únicos bastante enfermos de amor para arriesgarse a
ser golpeados y dos de ellos se habían encontrado en el hospital después de sus
carreras a través del jardín, su pelo se quedó para siempre tieso, hasta el
final, sus ojos muy abiertos de allí en adelante, incluso aunque durmieran.”
Otra cosa que no se
ve en la película es como acaba el hechizo de amor que las tías le hicieron a
una mujer, en el libro sí:
“Mira lo que ellas me
han hecho”, lloró la chica del bar. “él no me deja sola ni un minuto. Me
acompaña a todos los sitios, incluso al baño. No puedo comer ni dormir, porque
él siempre me está mirando. Quiere follarme constantemente. Estoy dolorida por
dentro y por fuera.”
Explica muchísimos
detalles de la mansión:
“Quince tipos de
madera diferentes habían sido usados para los asientos de las ventanas y para
el frente de la chimenea. Incluyendo roble dorado, fresno plateado, y una
peculiarmente fragante madera de cerezo que despedía la fragancia de la fruta
madura incluso en el muerto invierno, cuando cada árbol del exterior no era
nada más que un palo deshojado. No había materiales viejos que pudieran servir
para el resto de la casa, no se necesitó ninguna carpintería para bruñirla la
madera. Si entrecierras los ojos, podrás ver tu reflejo justo en el entablado del
comedor o en el pasamanos que sujetas permitiéndote subir las escaleras. Cada
habitación era oscura, incluso al mediodía, y todas frescas hasta en el calor
de Julio. Nadie que se atreviera a permanecer en el porche, donde la hiedra
creció salvaje, intentaría durante horas mirar a través de las ventanas y nunca
vería nada. Se había tenido cuidado; el cristal teñido de verde de las ventanas
era tan viejo y tan grueso que todo lo de el otro lado parecía como un sueño,
incluyendo el cielo y los árboles.”
Mucha información
sobre Sally y Gillie que no se ve en la película:
“No es de extrañar que
las niñas siempre compartieran la cama durante las tormentas; ambas se
asustaban con los truenos y nunca se atrevieron a hablar ni en susurros una vez
que el cielo empezaba a retumbar. Cuando finalmente se adormilaban, sus brazos
rodeaban la una a la otra, y muchas veces tenían exactamente los mismos sueños.
Hubo épocas en las que podían completarse las frases la una a la otra; desde
luego cada una podía cerrar los ojos y adivinar que es lo que la otra más
deseaba de postre en algún día determinado.”
“Cada piedra, cada
manzana, siempre aterrizaba a los pies de las chicas.
Para Sally y Gillian
los días estaban llenos de pequeñas mortificaciones: ningún niño usaría un lápiz
o una cera que directamente antes hubiera sido tocada por una chica Owen.
Ninguno se sentaría al lado de ellas en la cafetería o durante asambleas, y
algunas chicas actualmente chillaban cuando entraban en el servicio de las
chicas para hacer pis, cotillear o cepillarse el pelo, y tropezaban con algunas
de las chicas. Sally y Gillian no fueron nunca escogidas para los equipos de
deportes, incluso aunque Gillian era la corredora más rápida de la ciudad y
podía golpear una pelota de baseball sobre el tejado de la escuela, sobre la
calle Endicott. Ellas no fueron nunca invitadas a fiestas o reuniones de chicas
Scouts, o invitadas a unirse y jugar a hopscocht o escalar un árbol.”
“Un bonito día de
Abril, cuando Sally estaba en sexto grado todos los gatos de sus tías la
siguieron hasta la escuela. Después de esto, incluso los profesores no pasarían
junto a ella en un pasillo vacío y encontrarían una excusa para tirar en otra
dirección. Cuando ella se escabullía los profesores sonreían ante su extrañeza,
y quizás no estuvieran enfadados.”
“Desde el ángulo de
las escaleras las chicas podían ver el viejo hornillo negro y la mesa y la
alfombra curvada, donde los clientes de las tías a menudo caminaban de aquí
para allá. Podían ver como el amor puede controlarte, de la cabeza a las puntas
de los pies, sin olvidar cada una de las partes que están en medio.”
Sobre los gatos de
las tías:
“Eran unos consentidos
y les gustaba dormir en las literas y todos ellos tenían nombres de pájaros:
había un Cardenal, y un Grajo, Cuervo y Ganso. Había un torpe gatito llamado
Paloma y un irascible destroza todo llamado Urraca, que bufaba a los otros y
los mantenía a raya.”
Sobre sucesos
extraños:
“UNA VEZ AL AÑO, en la
víspera del solsticio de verano, un gorrión encontraba el camino a casa de las
Owens. No importaba que alguien intentara prevenirlo, el pájaro siempre se
dirigía dentro. Podían poner platitos de sal en los alfeizares de las ventanas
y contratar manitas para que arreglaran los canalones y el tejado, y aun así el
pájaro aparecía. Entraría en la casa en el crepúsculo, la hora de la aflicción,
y siempre vendría en silencio, todavía extrañamente decidido, desafiaba ambos
la sal y los ladrillos, como si la pobre criatura no tuviera elección, pero
para posarse en las cortinas y en la polvoriento lámpara, desde donde las gotas
de cristal se derramaban como lágrimas.
Las tías tenían sus
escobas listas, para ahuyentar al pájaro hacia la ventana, pero el gorrión
volaba demasiado alto para ser atrapado. Cuando giraba por el comedor, las
hermanas contaban, porque ellas sabían que tres vueltas significaban problemas,
y tres vueltas eran las que siempre daba.”
Y mucho más que podéis leer si conseguís el libro, pero
recordad que no está traducido al español. La verdad es que es precioso.